miércoles, 16 de febrero de 2011

La convicción de lo que no se ve…

Cuando leo las palabras “Es pues la Fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, mi imaginación se echa a volar y empieza a ver lo que tanto he deseado y que aún no lo logro ver con mis ojos naturales.
Sin embargo, al divagar entre los sueños y las ilusiones y aquello que tanto anhelo ver no puedo evitar recordarlo a Él, si, a Jesús, a ese hombre que anduvo en la tierra haciendo bien, sanando enfermos, trayendo libertad a los cautivos y murió por mí y por ti; y es que al pensarlo viene a mi mente una infinidad de cosas que al final de todo se traduce en que, como no lo vi suceder, sólo me queda creer, tener Fe.
Te has puesto a pensar ¿Cómo fue Él?, ¿Cuál fue su comida favorita?, ¿Quién fue su mejor amigo terrenal?, ¿Cómo pudo sortear cada una de las situaciones adversas por las que todos pasamos? , en fin… ¿Qué pasó en su vida para que terminara creyendo que Él era el verbo de Dios hecho carne?.  Las respuestas a cada una de esas preguntas en realidad están en su presencia, sin embargo, todo termina en que nosotros confiemos que Jesús estuvo en la tierra y es quien dice la palabra que fue, es decir, tenemos que creérnosla. El problema de muchos de nosotros es que dudamos en alguna parte del camino y nos ponemos a meditar en cosas como si lo que se escribió acerca de Él no fue un mero sentimiento de los escritores, si aquellas palabras que vemos escritas en color rojo en algunas versiones de la biblia fueron realmente palabras de Jesús o si lo que leemos realmente sea lo que Dios trata de decirnos a través de la escritura. Cosas como éstas nos han sucedido a muchos de nosotros en alguna parte de nuestra vida como creyentes y hasta cierto punto es normal debido a todo lo que sucede a nuestro alrededor, las cosas que escuchamos y nos hace echar a andar la mente y perturba nuestra Fe.
Es por eso que te animo a que en vez de escuchar lo que pasa a nuestro alrededor, creamos que Jesús es el mismo, ayer, hoy y por siempre, que nos ama, que tiene cuidado de nosotros y que aunque no lo podamos ver, tengamos plena convicción que existe y así no decaiga nuestra Fe.
Dios te Bendiga.